Bienvenidos una vez más a mi blog. En esta entrada os dejo una pequeña historia en primera persona que recoge la vida de una maestra y cómo tras años de lucha y dedicación consiguió dedicarse a lo que verdaderamente le llenaba teniendo que poner en práctica todo lo que había aprendido. Estoy segura de que no os dejará indiferentes. Espero que os guste tanto como a mi escribirla.
“Diario de una maestra en apuros”
Siempre había creído que sería una buena maestra, sin
embargo, cada vez que se acercaba el
momento de entrar por primera vez a las aulas, una parte de mí volvía a ser esa
niña inocente, llena de miedos y dudas que, después del año más duro de su
vida, comenzaba la carrera de magisterio. Me faltarían horas y folios para
poder explicar lo que la universidad supuso para mí, las cosas que aprendí, la
gente que conocí, las ilusiones que construí e incluso las desilusiones que
viví, todo eso que a día de hoy sigue siendo parte de mí y me define como
persona.
Después de tantos años de aquí para allá, por fin me
centré en lo que posiblemente sería mi futuro para el resto de mi vida, las
aulas. No fue fácil llegar hasta donde llegué, pero tras años de esfuerzo,
lucha y dedicación, conseguí una plaza en un colegio como tutora de tercero. Aunque por una parte tenía miedo de no saber
hacerlo, la parte más decidida de mí sabía que era el momento de demostrar lo
que valía y sacar a la luz todas esas cosas que había ido aprendiendo durante
la carrera que harían de mis alumnos la mejor versión de ellos mismos, como mis
profesores habían hecho conmigo.
- ¿Y ahora qué pasa?
Pasado un tiempo en el colegio, me di cuenta de que algo no
funciona bien, la mayoría de mis alumnos habían aprendido a leer y escribir
mediante los métodos incorrectos y presentaban grandes dificultades y limitaciones a la hora de trabajar estos
aspectos. Aunque sabía que algo no iba bien en un principio me resultó difícil
tomar alguna alternativa ya que el colegio tenía unos métodos muy cerrados y no
eran capaces de abrirse a probar cosas nuevas. Sin embargo, después de una
reunión con el departamento me dieron carta blanca para probar otras
cosas ya muchos de los niños presentaban grandes limitaciones no sólo en las
asignaturas que yo impartía sino también en todas las demás.
Aunque contenta después de haber recibido la confianza
por parte del departamento, a mí que era la nueva, para actuar con libertad con
mi clase, sabía que suponía un gran reto e iba a estar bajo punto de mira, poniendo
en peligro mi trabajo si algo salía mal. Tenía miedo pero aún así estaba
decidida a abordar este nuevo reto de la mejor manera posible utilizando todos
los recursos que había aprendido y que aparentemente estaban olvidados.
Al salir aquel día del trabajo, se me ocurrió volver a la
casa de mis padres a recuperar mis apuntes de Didáctica de la Lengua y allí
estaban, en una estantería polvorienta
junto con mis libros favoritos de la infancia como si hubiesen pasado por ellos
unos cien años. Al menos ya sabía por dónde empezar ya que todos los problemas de mis alumnos
venían de un mismo punto, la asignatura de lengua.
Esa misma tarde al llegar a casa empecé a ojear cada una
de las páginas, “la comunicación oral, la
lectura, la escritura, la ortografía y la semántica, la morfología y la
sintaxis…”todas ellas parecían estar puestas ahí a propósito pues eran
exactamente lo que necesitaba.
No había tiempo que perder por lo que al día siguiente decidí comenzar la
clase trabajando la comunicación oral. Dentro de la clase había un niño muy
tímido y otro demasiado hablador así que me pareció buena idea hacer algo
diferente a lo que habíamos estado trabajando el resto de días. Antes de
iniciarnos en el mundo del lenguaje, la lengua y la comunicación oral, les
planteé unas preguntas iniciales, que les sirvieron para darse cuenta de qué
conocían ellos de este tema. Fueron cuestiones como: ¿qué es el lenguaje?, ¿cuál
es la diferencia entre lenguaje y lengua? Me pareció una buena oportunidad para
que ellos descubriesen si lo que pensaban era correcto o no.
Todos juntos descubrieron que el lenguaje es una
capacidad que tenemos todos los seres
humanos, que es un medio para organizar
el entorno porque nos sirve para dar
nombre a nuestras percepciones. Además, todos tenemos capacidad lingüística, ya
que el lenguaje nos permite pensar, es
el soporte básico de la memoria, el medio de expresión más extenso y algo que
nos permite la autoexpresión. Durante
esa clase, aprendimos que los seres humanos no hablan el lenguaje (capacidad),
sino las lenguas. Por ello, definimos la
lengua como un sistema de signos que
permite a todos aquellos que la conocen, intercambiar información.
Aunque la clase de hoy ya había acabado tenía una hora libre
en la que me puse a leer y recordar cosas de cuando estudiaba en la
carrera. Recordé que mi profesora hablaba de los aspectos más importantes de la
comunicación oral: la competencia comunicativa, la cual es la capacidad de una
persona para comportarse de manera eficaz y adecuada en una determinada
comunidad de habla. Y que esa competencia se relaciona con todas las competencias existentes: la
lingüística o gramatical, la sociolingüística, la discursiva y la estratégica.
Dándole vueltas al coco pude darme cuenta de que la comunicación no era
solamente lo lingüístico sino también
las demás competencias comunicativas. Quería que mis alumnos
consiguieran adquirir la competencia comunicativa así que me puse a leer mis
apuntes de nuevo… “repetición, monólogo,
monólogo colectivo y diálogo” todos ellos eran la manera en la que los
niños adquirían la competencia comunicativa. Por eso, pasando del tipo de
actividades de monólogo colectivo lo que quería era crear un diálogo social, a través de una actividad que incluyese preguntas que favorecieran
el diálogo social. Así que se me ocurrió realizar un debate o un diálogo para
la siguiente clase con temas de interés para los alumnos.
Empezaba el día y con ello mi nueva propuesta para la
clase de ese día. Para llevar a cabo la
actividad fue de vital importancia hacer de la clase un lugar a
estimulante y motivador para los niños, donde no sólo se respetasen y aceptasen unos a otros sino donde también cada uno fuera
escuchado y sintiera que su opinión era válida como cualquier otra. Por este motivo,
como había aprendido cuando estudiaba en la universidad, me propuse unos
objetivos claros y establecí unas normas que se iban a ir llevando a cabo
durante el diálogo siempre adaptado a la edad que tenían mis alumnos en ese
momento.
Como decía anteriormente, en mi clase había un niño muy
tímido. A Marcos le costaba horrores dar su opinión en público por lo que yo
procuraba que estuviera sentado entre sus amigos ya que esto le daba
confianza en sí mismo y le animaba a participar sin miedo. Además le animaba a
dar su opinión, teniendo en cuenta siempre el esfuerzo que suponía para él por
lo que creí conveniente reforzarle positivamente para que en situaciones
similares perdiera el miedo y siguiera aportando sus ideas poco a poco.
Por el otro lado,
Carlos era un niño muy intranquilo que interrumpía constantemente durante las
clases. Por eso durante la actividad pedí su colaboración para que me ayudara con las tareas de mediación en caso de
que el diálogo se estancase dándole así una
cierta atención extra que le mantenía tranquilo sin necesidad de ser todo el
tiempo el centro de atención dificultándonos el diálogo.
Uno de los objetivos que me propuse para esta actividad
fue mejorar la expresión oral de mis
alumnos que en algunos casos no era buena. Por eso, tuve que tener en cuenta
dos aspectos: lo que comunicaban, es decir, si sabían comunicar, y por otro
lado, los aspectos meramente formales
como eran la pronunciación o la articulación. Unido a esta actividad, comprendí
algo que había aprendido años atrás y que era de gran importancia para tratar
los problemas que tenía mi clase. Se trataba de la lectura oral que es una actividad de expresión oral y no de
comprensión oral.
¿Quién me iba a decir a mí que para una actividad tan
sencilla necesitaría pensar y tener presentes tantos aspectos que parecían
guardados como por arte de magia en mi
cabeza?
La cosa no acababa ahí pues mis alumnos también tenían
una deficiencia en la comprensión oral lo que me dio pie a pensar que este
concepto estaba íntimamente ligado a la escucha activa, la cual consiste en oír
y en tener disposición para prestar atención a lo que se está oyendo, con el
fin de comprenderlo. Como buena maestra que me consideraba, sabía que debía
emplear una serie de estrategias en el
aula para desarrollar una buena comunicación oral con mis alumnos por eso
optaba por repetir correctamente el mensaje sin corregirles o hacer preguntas
breves que permitiesen respuestas largas, entre otras.
- ¿Azar o no?
Parecía irónico que me hubiese tocado la clase que más
necesidades requería sin embargo me sentía preparada y cualificada para abordar
la situación. Cuál fue mi sorpresa que la mayoría de mis alumnos leían por la
ruta fonológica. Todo parecía un enorme desastre que hasta daban ganas de
abandonar, pero ¿cómo iba a dejar así a los niños? ¡Verdaderamente esa clase
necesitaba alguien que les ayudase!
Todo eran dudas en mi cabeza ¿cómo iba a abordar un tema
tan complicado y el cuál ya habían aprendido de manera errónea? Eché mano de
mis apuntes una vez más para recordar diferentes aspectos relacionados con la
lectura, como las habilidades de la competencia lingüística o cómo se definía
la lectura. Leer no era ni es simplemente descodificar, sino que es un
proceso que implica la interpretación desde nuestra propia realidad. Por eso
podríamos decir que leer es comprender, analizar y reflexionar para aprender
cosas nuevas. Gracias a la lectura podemos
conocer datos, formar nuestro pensamiento y opinión, aclarar dudas,
disfrutar de otros mundos y situaciones, compartir opiniones y sentimientos,
crear e imaginar... y, por eso, es una parte tan importante en la educación y
que debía tener en cuenta en mi clase para estimular la imaginación y el
lenguaje, ampliar el vocabulario, mejorar la compresión lectora y, en
consecuencia de todo eso, el aprendizaje.
Como amante de la lectura que me consideraba, conocía
bien que había una gran
diferencia entre
la lectura silenciosa y la lectura en voz alta. La lectura silenciosa consistía
en una lectura comprensiva en la que los alumnos empleaban la ruta visual. Sin embargo, la lectura en voz
alta era descodificadora y usaba la ruta fonológica. Claramente había que
trabajar ambos tipo de lectura y no sólo
la lectura en voz alta que era el tipo de lecturas que venían trabajando mis
alumnos en años posteriores.
Tuve que trabajar la lectura silenciosa que emplea la ruta
visual, por medio de fijaciones. Así que
eché mano a los archivos que había
guardado durante la carrera donde encontré una web que me ayudaría a aumentar
el número de fijaciones de mis alumnos para así conseguir una lectura más comprensiva, ya que va de la percepción visual de los signos a la
atribución directa del significado.
Pero, ¿qué debía tener en cuenta para que mis alumnos
adquiriesen una lectura comprensiva? Lo primero que tuve en cuenta es que se
produjera la atención lectora por lo que utilizaba libros de gran interés para
ellos ya que si no podía perder lo más
valioso, su motivación. Era importante también trabajar la memoria ya que es
algo imprescindible para el acto lector. Por eso, después de las lecturas hacíamos ejercicios de memoria a corto plazo que servían para ir
aunando fragmentos significativos de la lectura que habían sido extraídos por
medio de las fijaciones. Por otro lado, también realizábamos ejercicios de
memoria a medio plazo donde conseguíamos que establecer relaciones entre lo que
leían y lo que habían leído hace menos tiempo. Y por último, trabajábamos la
memoria a largo plazo que nos servía para trabajar aspectos como juzgar,
argumentar o interpretar aspectos de la lectura. Muchos de mis niños carecían
de inferencias lógicas y esto les hacía más difícil deducir, anticipar o
concluir aspectos de las lecturas aplicando la lógica por lo que trabajamos
duro en este aspecto para lograr una mayor fluidez lectora que en parte viene
dada por la cantidad de conocimientos previos que poseamos y no por la mayor
rapidez en que leamos.
Parecía suficiente hasta ahora pero mi tarea con la
lectura no había finalizado, tuvimos que trabajar también la habilidad visual que les permitía realizar el número de
fijaciones adecuadas a la legibilidad del texto, al tipo de texto y al objetivo
de la lectura. Por eso, para trabajar una buena lectura pusimos hincapié en los
procesos que intervienen en la habilidad visual: reconocimiento visual, agudeza
visual, visión periférica, los movimientos oculares, la anticipación ocular, el
campo visual y la memoria visual a través de ejercicios amenos y diferentes que
les mantenía motivados y con ganas de aprender.
Como yo sabía mis alumnos empleaban métodos de base
sintética para la lectura ya que utilizaban la ruta fonológica, sin embargo,
era momento de cambiar por lo que introduje métodos como el de base analítica,
que emplea la ruta visual , métodos de base mixta, que emplean ambas rutas o
los modelos de base constructivista. La lectura es uno de los aspectos más
importante por lo que me comprometí a trabajarla con mis
niños cuidando siempre los detalles. Por eso, empleé diferentes técnicas que había ido adquiriendo para los que habían creado ciertos vicios a la hora de leer
como ir punteando con el dedo o subvocalizar y perder la
concentración en la lectura. El resultado sería una satisfacción para ellos
dentro de unos años pero también para mí como docente.
- ¡Pero si no se entiende nada!
Los días iban pasando y con ello una nueva preocupación
para mí. ¡Era prácticamente imposible leer la letra de algunos de mis alumnos!
Tenía constancia de que había un error por lo que tuve que ponerme manos a la
obra para solucionarlo. La escritura es un sistema de representación gráfica,
por medio de signos trazados o grabados sobre un soporte. Además, es una de las
formas que utilizamos para transmitir información. Pero si no se entendía ¿cómo
iban ellos a transmitir la información? Aprender a escribir es aprender a usar
la lengua escrita en una gran diversidad de situaciones. Aunque dentro de la
escritura, la grafomotricidad es el control motor asociado a la grafía, que
implica direccionalidad, tono muscular, coordinación visomotora y ubicación
espacial, también intervienen otras habilidades como: la percepción-
discriminación visual, la integración viso-auditiva, el desarrollo de las
estructuras temporales, la memoria auditiva y visual, usar una literalidad
correcta así como también una direccionalidad izquierda- derecha. Era justo en
ese punto en el que yo debía intervenir.
Al igual que ocurría en la lectura, para la escritura
también había una serie de procesos implicados y unos métodos para el
aprendizaje de esta. En cuanto a los procesos también hablábamos de
ruta fonológica que es descodificadora
yendo de las partes al todo, al igual
que en la lectura oral, y por otro lado, la ruta ortográfica o ruta visual, que
es la que empleamos diariamente para la escritura, ya que primero se activa el
significado y luego se activa la
representación visual-ortográfica y, lo último, la representación escrita por
procesos motores. Por el otro lado, en los métodos diferenciaba los de base
analítica, que usan la ruta visual; y métodos de base constructivista, que se
llevan a cabo por medio de la experiencia y en los que yo actuaba de mediadora
para que los niños se pusieran en
situación de escribir y leer lo que habían escrito.
Cuando enseñamos a escribir, es importante tener en
cuenta los factores que inciden en el aprendizaje y en el desarrollo de la
motricidad gráfica, por eso, me encargaba de utilizar una didáctica donde tenía en cuenta los factores
físico – fisiológicos como la fuerza, tono, localización de movimientos y la
velocidad del trazo; los factores psíquico- cognitivos: como desarrollo
intelectual, afectividad y motricidad; los factores socioculturales como tipo
de letra, diferentes situaciones donde se usa la expresión escrita que sea lo
más natural posible. Pero sobre todo me centré en las cosas que veía que hacían
que la letra no fuese clara y legible, es decir, la postura, el movimiento
gráfico, la prensión, la velocidad y el
ritmo.
Trabajé de manera sistemática con algunos de mis alumnos
ya que como todas las personas, sentían la necesidad de expresar mediante su
escritura.Así que yo debía enseñarles que
escribir no es trazar una serie
de líneas aleatorias, sino que se trataba un objetivo social y cultural para expresar
nuestras ideas y sentimientos. Al trabajar con ellos de esta forma, les tenía
motivados dándoles importancia a su escritura y haciéndoles ver que cuando
escribían debían hacer que los demás les entendiésemos.
Todas las actividades resultaron favorables para la
mejora de la escritura de mis alumnos que afianzaron la letra que habían
aprendido durante cursos inferiores e incluso algunos se atrevieron a ir
personalizando la suya. Fue difícil encontrar temas de interés para ellos y que
la acción repetitiva de hacer grafías, palabras y frases no les resultase
aburrido. Pero me serví de fechas claves en el colegio como la venida al
colegio de los Reyes Magos para escribir una carta o el día de San Valentín
donde todos los alumnos escribían cartas a sus compañeros lo que he hizo
tenerles motivados a querer mejorar su letra durante el trascurso de las
clases.
Además de eso, quise introducirles la redacción pues
estando en tercero ya tenían la habilidad suficiente para ir redactando
pequeños textos, es decir, concreciones
respecto a algún tema dejando siempre un tiempo de pensamiento para ellos y no
forzarles a redactar si en ese momento no se les ocurría nada ya que así
conseguiría una verdadera intención comunicativa y no escribir por escribir.
Sabía que no sería un proceso fácil para ellos pero les aporte las herramientas
clave para que pudieran hacer buenas redacciones no sólo en las asignaturas que
yo les impartía sino también en las demás. Debían anotar ideas, ordenarlas,
estructurarlas, hacer un primer borrador y alguna que otra corrección para
después finalizar pasándolo a limpio.
Creyendo que ya estaba todo hecho y mi trabajo en esta
área era satisfactorio, recibí un aviso por parte del resto de profesores de
que los alumnos no sabían hacer resúmenes. Por si no fuera poco todo lo que había
trabajado con ellos, había otra cosa que debía mejorar. La verdad que yo
siempre había sido muy mala haciendo resúmenes porque no era capaz de decir qué
era más importante, me gustaba contarlo todo, cada detalle y eso suponía un gran
reto para mí ahora. ¿Cómo enseñar a mis alumnos a resumir si ni yo misma era
capaz de hacerlo? De nuevo tuve que echar mano a mis apuntes de la carrera
donde comprobé lo que mis alumnos debían hacer. Por eso, a la hora de resumir
les daba las pautas de leer en silencio el texto, separarlo en párrafos,
subrayar lo importante para después hacerlo esquema, ordenar las ideas y
redactar el resumen revisando lo que habían puesto. Eran muchos pasos y ni yo hacía tantos, por eso, quise ponerlo a
prueba en mi misma y una de las clases en que los alumnos tuvieron que resumir,
yo hice lo mismo con un artículo sobre educación. ¡La verdad que el método era
muy efectivo! Yo que era reacia a los resúmenes comprendí la importancia de
estos y como poder realizarlos al igual que hacían mis alumnos. Estaba segura
de que estaban aprendiendo un montón de cosas pues a la par que ellos aprendían
yo aprendía con ellos.
- ¡Cómo pasa el tiempo!
Después de dos años trabajando a fondo con mi clase y
consiguiendo cosas inimaginables para el resto de profesores que en un
principio no confiaban demasiado en mí y el método de trabajo que iba a llevar
en mi aula, me pidieron consejo para sus clases a lo que yo accedí encantada
pues lo que yo estaba haciendo no era algo mío sino algo que yo había estado
aprendiendo durante años y que poco a poco iría mejorando el modelo educativo
que se presentaba en España.
Ahora me encontraba en quinto de primaria con la clase
que había visto crecer, aprender, equivocarse, levantarse y que tantas cosas me
habían enseñado. La mejora de sus aptitudes no había acabado pues aún nos
quedaban cosas por hacer. Me había dado cuenta de que algunos de mis alumnos
tenían necesidades a la hora de interiorizar la ortografía y la semántica.
Ya no eran los niños pequeños que conocí en tercero por
lo que les hice que reflexionaran sobre la importancia de la ortografía que es
el código gráfico de la lengua y por qué no debían aprenderse de memoria las
reglas ortográficas pues eso no les llevaría a la interiorización de esta. Les
recomendé que observaran los carteles y que leyeran todo tipo de cosas, libros
periódicos, revistas…
Durante los años previos, había sido consciente de las
dificultades con las que se encontraban los niños al pasar del código oral al escrito y aún era mayor la dificultad cuando se trataba de respetar las particularidades ortográficas de nuestra lengua. Por eso tuve
siempre muy presente que cuando el niño comienza a leer y a escribir ya tiene
un contacto directo con la ortografía y no podemos permitir que escriba de manera incorrecta las palabras hasta que traten el tema de la ortografía.
Conocía también la importancia de conocer que como realmente se aprende
ortografía es utilizando la lectura en voz alta o lo que es lo mismo la ruta
fonológica sobre todo cuando hacemos lecturas previamente preparadas. Por eso, me
puse a pensar en actividades que les motivase ya que esto serviría de clave
para la mejora de la ortografía y la semántica ya que aunque tenían un buen
vocabulario, no estaba de más transformar ese vocabulario pasivo en uno más
activo.
De nuevo eché mano a mis apuntes ahora nada polvorientos
sino llenos de cosas subrayadas, post-it y cosas escritas por los márgenes.
¡Madre mía! ¿De verdad yo había estudiado tantos tipos de actividades? ¡Aquello
era un recurso maravilloso! Me planteé reforzar la morfología y la semántica como venía haciendo durante mi docencia, a
través de actividades que requerían de unos cuantos objetivos adecuados a su
edad y gustos y, cuya puesta en práctica fue llevada a cabo en el aula
preguntándole a los niños sobre si conocían la actividad para después poner
ejemplos y explicarla. Las actividades fueron de gran utilidad para los niños
que cansados de seguir la típica clase de lengua demandaban cosas nuevas y
divertidas. Ambas actividades, tanto la de ortografía como la de semántica
fueron evaluadas al final de la clase haciendo gran hincapié en las estrategias
que habían seguido para llevarlas a cabo puesto que sabía que debía trabajar
con ellos la metacognición , es decir, hacerles reflexionar si las estrategias
que habían seguido eran buenas o no. Así como también les pregunté si veían
algún tipo de utilidad en las actividades, ya que aunque eran juegos, mi
propósito era que aprendiesen no sólo que se divirtieran. Las personas
encontramos gran motivación en las cosas que vemos utilidad y que hacemos con
algún sentido y no las que hacemos simplemente por hacer. Por eso esta
profesión era mi gran motivación, sabía que tenía un sentido, una utilidad o al
menos así lo veía yo.
- Que tristes son las despedidas.
Sexto curso y con ello el acto de graduación donde me
despedía de mis niños que ahora pasarían al instituto. En aquel momento todo
era una mezcla de emociones, por un lado me sentía feliz de haber avanzado
tanto con ellos, egoístamente me sentía triste pues me tendría que despedir de
todos ellos quienes aunque suene raro formaban
como una piña y eran como mi familia. Ellos eran con quienes pasaba la mayoría de
mis horas al día y de quienes tanto había aprendido y disfrutado. Fueron los me impulsaron a abrirme hueco en un colegio de métodos muy cerrados y
anticuados y gracias a ellos, sus avances y sus ganas de aprender yo había sido
aceptada por el resto de profesores quienes me habían nombrado encargada del
departamento de lengua en primaria.
Mi labor aún no había terminado pues quería que mis
alumnos desarrollasen los conocimientos morfosintácticos y los aplicaran para
la mejora lingüística. Yo que había sido
alumna durante muchos años bien sabía que la morfología la sintaxis era un tema complejo
si no era explicado de la manera correcta y que me había traído grandes
quebraderos de cabeza cuando estudiaba de niña. Por eso, yo no quería cometer
con mis alumnos el mismo error que mis profesores de antaño había cometido
conmigo y mis compañeros cuando estudiaba en la escuela.
Para que ellos entendieran
qué era la morfología y la sintaxis definimos que la morfosintaxis era el conjunto
de elementos y reglas que permiten construir oraciones con sentido mediante las
relaciones gramaticales, concordancias y estructura jerárquica de los
constituyentes sintácticos. Y que, por eso, está enfocada a la cohesión textual
y a la organización de las palabras en las frases y los textos.
Como había hecho con ellos en otras actividades, deje
que pusieran sus conocimientos previos a prueba y les hice reflexionar sobre
ello para que el conocimiento no fuera adquirido simplemente por memorización
sino por su aplicación en los contextos reales. Para ello trabajamos los
sustantivos, determinantes, artículos, pronombres y que función desempeñaba
cada uno de manera semántica, morfológica y sintáctica. La verdad que eran
bastante buenos en este aspecto así que quise premiarles y darles la oportunidad
de trabajar con otro tipo de recursos lúdico-didácticos como son la multitud de
webs que dispone internet y de las cuáles yo había seleccionado algunas cuando
estudiaba la carrera y que después de
tantos años seguían funcionando.
Algo que me pareció muy importante y también me anime
a trabajar con mi clase fueron las actividades comunicativas para la
interiorización de la morfosintaxis, las cuales se basaban en integrar las
actividades de sintaxis con el trabajo de la lectura y compresión de textos. Para
ello, seguimos los pasos adecuados centrándonos en la audición de un modelo, la
reflexión de este, la creación imitativa por parte de los alumnos y análisis de
los resultados e ideas prácticas para la mejora de los aspectos gramaticales
que se estén tratando. Aprovechando que se acercaba el día del libro, decidí
trabajar la lectura de la descripción que hace Juan Ramón Jiménez del
entrañable Platero que hizo a mis alumnos reflexionar sobre la estructura, las
frases, los adjetivos de ese fragmento...
El día de graduación llegaba y yo me despedía de mis alumnos, los que
habían sido parte tan importante de mi vida los últimos cuatro años. Era triste
dejarles partir pero una parte de mí sabía que se llevaban lo mejor de mí, mi
manera de enseñarles y mis ganas por la educación algo que yo aprendí cuando
estudiaba magisterio y que tanto debía a muchos de mis profesores, en concreto
mi profesora Irune que me enseñó todas esas cosas que yo puse en práctica con
mis alumnos y que en parte me ayudaron a ser la persona que soy ahora. Recuerdo que
antes de conocerla era una profesora más de paso en la universidad ni siquiera
me había fijado en ella más allá de sus curiosas camisetas, pero con el tiempo me di cuenta de la gran
huella que había dejado en mí, una huella que esperaba, al igual que ella,
haber dejado yo en mis alumnos.
WEBGRAFÍA:
-Para conseguir los distintos tipos de pauta
WEBGRAFÍA:
-Apuntes bloque 4 Irune Labajo
-Para ejemplos de dictado
-Para conseguir distintos tipos de letra
www.dafont.com
http://familiaycole.com/2012/11/12/plantillas-para-escribir/
-Para tratar la motivación de los alumnos
http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-05342006000300003
-Documentación complementaria: juegos de lectura de Irune
- Para corregir los errores en la lectura silenciosa:
http://www.consumer.es/web/es/educacion/otras_formaciones/2009/06/12/185923.php#sthash.3jZPtnv4.dpuf
http://www.consumer.es/web/es/educacion/otras_formaciones/2009/06/12/185923.php#sthash.3jZPtnv4.dpuf
-Para trabajar la morfología y la sintaxis